Los amortiguadores son una pieza clave en cualquier vehículo. En sí, la amortiguación significa recibir, absorber y mitigar una fuerza.
Por ello, cuanto mejor sea la amortiguación de la fuerza inicial, menor será la fuerza recibida sobre el punto final.
Entonces, su función es controlar el movimiento excesivo de la carrocería y las llantas, reduciendo el rebote, la inclinación y el balanceo del vehículo.
¿Cómo funcionan?
Lo primero que debes saber es que los amortiguadores se encuentran en cada una de las ruedas, y trabajan conjuntamente con los muelles y los sistemas de suspensión.
Además, proporcionan confort a los ocupantes del vehículo, ya que ayudan a reducir las vibraciones y lo mantienen en una posición estable en las curvas o sobre las irregularidades del terreno, por lo que resultan un elemento importante de seguridad.
Tipos de amortiguadores
Cada coche es un mundo diferente, y existen varios tipos de amortiguadores en el mercado que variarán según el modelo y marca del vehículo.
Es lógico pensar que, un deportivo o un coche de altas prestaciones no tendrá el mismo tipo de suspensión que un turismo sencillo, pero eso no significa que los amortiguadores de tu coche sean de mala calidad. ¡Existen muchos sistemas y cada marca puede utilizar su propia patente!
De este modo y para simplificar, te explicamos los diferentes tipos de amortiguadores:
- Por su forma, los hay de caucho intercambiable, telescópicos, neumáticos… y un largo etcétera.
- Por su arquitectura, hay dos tipos principales: bitubo y monotubo.
- Por los elementos usados en su interior, tenemos hidráulicos, mixtos de gas y aceite o neumáticos.
- Por su fuerza, pueden ser blandos, duros o intermedios.
- Por su funcionamiento dinámico, existen tres tipos: lineal, progresivo o autoadaptativo.
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