El carburante es una de las partes más importantes de un vehículo. Sin él, ningún coche podría iniciar la marcha, por lo que elegir uno de buena calidad es imprescindible para cuidar del motor y que así funcione correctamente durante mucho más tiempo.
¿Cómo se mide la calidad del combustible?
La subida de los precios de la gasolina en los últimos meses ha ocasionado que muchas personas opten por llenar el depósito con carburantes low-cost, ya que el precio es mucho más bajo que el de los convencionales.
Para saber si el carburante elegido es de buena calidad, hay que fijarse en el octanaje. Esta escala mide la resistencia ante la detonación del combustible una vez que se introduce en el tanque del vehículo. Muchas personas creen que un octanaje mayor significará un mejor rendimiento para su vehículo, pero no necesariamente tiene por qué ser así.
Efectos del combustible de mala calidad en el motor
Uno de los grandes problemas asociados a la gasolina o diésel de baja calidad tiene que ver con el momento en el que el vehículo entra en reserva, es decir, cuando se utiliza la gasolina que está distribuida en la parte final del depósito.
Los motores de los vehículos están diseñados para funcionar con combustible, por lo tanto, la industria se ha encargado de mejorar su calidad añadiéndole aditivos que proporcionen un mejor funcionamiento del motor.
Los fallos en el vehículo por el uso de carburantes de mala calidad son:
- Dificultad para arrancar el vehículo y mayor lentitud en esta tarea.
- Apagado repentino del motor, incluso en plena marcha.
- Disminución del rendimiento del combustible, siendo necesario llenar el depósito más a menudo.
- Ruidos en el motor, como golpeteos o silbidos.
- Reducción de la respuesta de aceleración, siendo más lenta que de costumbre.
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